El objetivo de la terapia es
mantener la presión arterial en valores cercanos a 140/90 mm de Hg, siendo aún
más estricto para pacientes con otras patologías (diabetes, enfermedad renal,
etc.). Suelen emplearse seis grupos de fármacos, solos o combinados: diuréticos, antagonistas del calcio, bloqueantes alfa y
beta-adrenérgicos, inhibidores de la enzima de conversión (IECA) y antagonistas
de la angiotensina (ARA II). El especialista indicará el más adecuado al
paciente, pudiendo prescribir inicialmente uno de ellos y al cabo del tiempo
(tras comprobar su evolución) modificar desde la dosis hasta el grupo del
medicamento.
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