QUERATOCONO




Es uno de los problemas degenerativos más comunes que pueden presentarse en la córnea, aunque no sea frecuente. Se considera una enfermedad caracterizada por un adelgazamiento y deformación en forma de protrusión localizada en la curvatura corneal. Normalmente es bilateral y evoluciona de manera asimétrica, aunque no todos los pacientes son iguales.

La prevalencia es variable. Se considera como dato real su presencia en 50 de cada 100.000 habitantes, llegando al 15% en quienes padecen síndrome de Down. Se han diagnosticado un mayor número de casos en estos últimos años debido a los avances en las técnicas de estudio y la aplicación de nuevos aparatos de manera general a quienes van a someterse a algún tipo de cirugía refractiva.

Suele presentarse a partir de la pubertad, normalmente entre los 20 y 30 años de edad y afecta a hombres y mujeres de manera similar, sin apreciarse diferencias significativas por razón de sexo. Su progresión es menor a medida que aumenta la edad del paciente y, habitualmente, se estabiliza a partir de los 30 ó 40 años sin haber provocado una seria alteración visual.

Se cree que puede deberse al debilitamiento de las uniones del colágeno por la oxidación celular. Se ha asociado a un componente hereditario, ya que se ha establecido una relación con parientes directos de casi un 8% entre quienes lo presentan. Otros estudios lo relacionan con el mal uso de lentes de contacto (pero no se ha confirmado su existencia previa o posterior a la utilización y suele resolverse al dejar su uso) o con la cirugía refractiva (como desencadenante o manifestación posterior porque no se había visto previamente). También se cree que los pequeños traumatismos persistentes como el frotamiento ocular crónico pueden llegar a generarlo.

Se han establecido varias categorías en función de la curvatura corneal detectada como criterio primario de clasificación (leve, moderado, avanzado y severo). También se ha utilizado la forma que adquiere (mamilar, oval o globo) o la afectación variable (desde grado 0 a grado 5). Esta clasificación es importante para decidir el tratamiento que va a administrarse.

Los síntomas asociados serían la aparición de un astigmatismo miópico irregular difícil de corregir, problemas de visión nocturna, dificultad progresiva de la visión, distorsión visual, deformación de los objetos, fotofobia, deslumbramientos, visión borrosa, etc. que deben ser consultados al médico.

El diagnóstico debe realizarlo el especialista. La mejor prueba de detección precoz y diferencial es la utilización del topógrafo corneal y el scanner. La combinación de ambas técnicas permite un diagnóstico y seguimiento correcto de los pacientes afectados.

Los tratamientos se encaminan a compensar la irregularidad corneal, reforzar la córnea o eliminar el área afectada y sustituirla por tejido sano de un donante. Es habitual el uso de lentes de contacto para corregir el queratocono y mejorar la agudeza visual. También se aplican fármacos específicos, cirugía o una combinación de todas las opciones. El trasplante suele realizarse en casos concretos en los que el paciente presenta mala visión tras la corrección, incapacidad para tolerar las lentes de contacto y/o un adelgazamiento extremo de la córnea que impide la correcta evolución del enfermo.

Según el grado del queratocono, el tratamiento es variable. Inicialmente se recomienda el uso de gafas o, preferentemente, lentes de contacto que mejoren la agudeza visual del paciente. Cuando se aprecia un astigmatismo irregular deben utilizarse lentes de contacto permeables o semirrígidas porque las gafas no mejorarían la visión. Cuando las lentes empiezan a dar problemas o no mejoran la situación, puede tratarse con los anillos de plástico que se introducen en la córnea del paciente. Si el resultado no es el deseado, deberá recurrirse al trasplante de córnea.

La prevención pasa por realizar revisiones periódicas anuales, especialmente completas si se tienen parientes directos que lo padecen y evitar restregarse los ojos continuamente. Quienes presentan queratocono o existe la sospecha de su existencia, no pueden someterse a cirugía laser para eliminar miopía, hipermetropía y astigmatismo. Acude a tu óptico y consulta tus dudas.

UNA CAUSA SOLIDARIA




Una persona implicada con este tema me ha enviado el enlace que transcribo directamente. Creo  que merece la pena por la importancia social del proyecto. Os animo a votar si lo consideráis oportuno. 

Muchas gracias.



Por favor, entrad y votad por este proyecto, es muy importante. Gracias

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ESTRABISMO INFANTIL



La actuación conjunta y coordinada de las estructuras visuales consigue una adecuada visión binocular y una correcta percepción de la profundidad, de manera que el cerebro forme una única imagen tridimensional. Cuando no concurren estas condiciones, al enfocar un objeto se genera una imagen distorsionada a nivel cerebral y la desalineación de un ojo respecto del otro, apreciable externamente.

Cuando las alteraciones de motilidad y movilidad provocan una desviación constante en uno o en ambos ojos y en todas las posiciones de la mirada, los oftalmólogos utilizan el término estrabismo, comprensivo de distintas situaciones.

La frecuencia de aparición en la población infantil es de un 4%, siendo variadas las causas: enfermedades oculares o sistémicas, traumatismos, diferentes síndromes, problemas congénitos y malformaciones, defectos en la refracción, etc. Deseo indicar que es normal que en los primeros meses de vida se aprecien uno o ambos ojos desalineados, debido a que la maduración de la visión todavía no se ha completado. Si con el paso del tiempo no mejora, el pediatra indicará la necesidad de acudir a un especialista para realizar los preceptivos exámenes.

Los síntomas apreciables por los padres serían los siguientes: ojos que parecen bizcos y no se alinean en la misma dirección, movimientos oculares sin coordinación, visión doble (diplopia) referida por el niño y pérdida de profundidad por falta o baja visión en uno de los ojos (observable cuando le tapamos uno de ellos con nuestra mano y hacemos que siga un objeto con el otro). El especialista realizará una batería de pruebas para valorar la situación, lo que incluye la realización de una anamnesis (antecedentes del niño y sus familiares, tipo de parto, momento en que se observó la desviación por primera vez, etc.), el examen externo de los ojos a través de unos prismas de colores, el estudio de la agudeza visual, análisis de la retina e incluso un examen neurológico. Como paso previo aconsejo acudir a la óptica, pues el óptico titulado es un profesional de la salud perfectamente capacitado para analizar la situación e indicar la visita al oftalmólogo.



Lo más conveniente sería detectarlo a edad temprana para evitar problemas en el futuro (como el denominado “ojo vago”) y porque el tratamiento será más efectivo en los primeros años de vida (siempre antes de los 7 años y con preferencia antes de los 4). Éste dependerá de la situación detectada, orientándose a evitar la ambliopía, enderezar los ojos, restaurar la visión binocular y mejorar la percepción de profundidad. Se puede comenzar por adaptar una gafa (si se presenta algún defecto refractivo como una hipermetropía) para lograr una buena agudeza visual y tapar con un parche el ojo sano para que el otro desarrolle una visión normal. Otra opción es el uso de un parche que ocluya el ojo sano sin adaptar innecesariamente la gafa. También se puede recurrir a la realización de ejercicios oculares orientados a fortalecer y facilitar el movimiento de los músculos encargados de la visión (entrenamiento visual). En un momento posterior se acude a la cirugía aplicada al ojo desviado, al que funciona bien o a ambos. En esta operación se intenta fortalecer y/o debilitar los músculos implicados seccionando una pequeña fracción; suele ser necesario repetir la intervención, no presentando problemas secundarios salvo los asociados a cualquier otra cirugía que implique una anestesia.


Acude a tu óptica y consulta tus dudas. Son profesionales especializados en la detección de las patologías oculares y pueden indicarte los pasos a seguir. Confía en su experiencia y sigue sus pautas. ¡No te arrepentirás!


EL ABC DE LA CURACIÓN


Nuestro presente paradigma de salud oferta infinidad de posibilidades de tratamiento casi para cualquier afección, desde los más conservadores hasta los más invasivos y siempre con la opción de la cirugía como aparente comodín de resolución final. ¿Cuántos pacientes nos preguntan si su problema se puede operar?
Quiero compartir el siguiente caso clínico por muchos y variados motivos. Intentaré desde un lenguaje asequible enviar diversos mensajes sobre la esencia del arte de la sanación y sus pilares fundamentales y debatir algunas ideas que incumben tanto a los profesionales de la salud como a los pacientes.

El señor Mieli al iniciar sus vacaciones sufre un dolor lacerante que otras sensaciones habían señalado previamente. Además del dolor físico que trató de disimular, su mayor problema era su autoexigencia, que sumada a las dificultades y contratiempos que acarrea el hecho de vivir, había desembocado en estos acontecimientos que generan sus primeras reflexiones que sólo reconoce en la soledad del dolor. “Todo lo que he hecho en mi vida, me ha llevado a ese momento”.

Sus vacaciones estaban comenzando, y como ya había oído y percibido a menor escala en otras ocasiones, cuando bajas la guardia, cuando te relajas, enfermas (los niveles de cortisol alto en dosis adecuadas nos protegen hasta el momento en que se presenta una hipocortisolemia, que provoca los efectos contrarios). Pero sabía que no era la única explicación.
El curso clínico evolucionaba sin cesar, de libro, con una semiología ordenada por tipo de dolor, intensidad, localización, etc. Su historia es especialmente curiosa porque su trabajo se relaciona con este tema.
De vuelta a casa, en la 1ª sesión con su terapeuta, se confirma su sospecha. Presenta una entidad clínica muy clara. Las hernias discales, los compromisos foramidales, la afectación neural, etc. se plantean como presuntos culpables y se planifica un tratamiento para empezar a reducir la inflamación, disminuir el dolor, mejorar la movilidad, etc. Todavía no eran conscientes de la magnitud del caso.
La sucesión de sesiones de tratamiento manual resultaron desastrosas, lo que enciende el debate profesional sobre si en estas fases y ante estas manifestaciones clínicas tan severas es correcto ¿tocar o no tocar?, ¿cómo es tocar lo justo? El Sr. Mieli sólo empeoraba.
La desesperación se palpaba en el paciente a las 6 semanas, la cabeza toma decisiones casi siempre equivocadas ante la urgencia y necesidad, habitualmente basadas en expectativas de estar ante algo grave.
Sus terapeutas no eran capaces de proponer un plan eficaz, por lo que nadie conseguía tranquilizar al cingular córtex anterior (córtex pre-frontal) encargado de dar calma, motivación y empezar a activar las vías descendente endorfínicas que ayudan a modular el dolor. El cuadro clínico se extiende a momentos y ámbitos que anteriormente no percibía, la sensibilización central toma el mando.
Toma su primera decisión, quería conocer realmente la situación. Decidió hacer una RMN con la siguiente conclusión “Rectificación de la lordosis. Leve discortrosis en C5-6 y C6-7. Protusiones en C5-6 y C6-7 con mielopatía compresiva y a valorar afectación de raíces C6 y C7 bilateral”
La magnitud de lo que podía suponer una mielopatía le hacía pensar que existía la posibilidad de provocar una lesión vascular no reversible, con un sufrimiento de la raíz que podía obligar a cirugía casi de urgencia para no perder las funciones sensitivas y motoras del territorio afectado. Estas conversaciones provocaron una sensibilización ante la situación que sólo podía agravar el presente.
Aunque seguía sin tener un plan de abordaje terapéutico, conocía ya al enemigo y esto le ayudaba. Ya sabía lo que no se podía hacer, buen primer paso para todo.
Pasaron unos días durante los que debía pensar. El cuadro no avanzaba, pero las decisiones tampoco. Esos días parieron axiomas que tenía que respetar, que eran parte de su esencia y carecer de ellos lo alejaría de la línea de curación. Tenía claro que su salud debía priorizar cualquier decisión, que su familia no podía sufrir con él, que mantener su puesto laboral era necesario.
Su segunda gran decisión fue precisamente ésta: aceptación del problema y la decisión de comprometerse al 100% en su curación. Estas palabras conforman uno de los pilares de la Terapia Breve en Psicología Clínica, la Terapia de Aceptación y Compromiso.
Pasados los 3 primeros meses decidió consultar con varios neurólogos la conveniencia de contemplar otras alternativas, conocer un poco más sobre la posibilidad del tratamiento quirúrgico, concretar a qué se estaba exponiendo a medio y largo plazo y así relativizar toda valoración subjetiva.
Lo que el neurólogo le comunica provoca que el mundo se caiga sobre su espalda. Las noches se cubren de insomnio buscando soluciones y culpables, mientras las lágrimas derramadas en la soledad delatan un ego que no le dejaba mostrarlas. Todo sin compartir nada, sin solicitar ayuda, porque Miele nunca aprendió a pedirla.
Después de buenas conversaciones con grandes amigos, mejores compañeros y hasta un puñado de maestros, una pequeña luz permitió ver la línea de la curación y empezó a dibujarse. Concibieron un plan. Ese fue el primer instante en que Mieli empezó a ver un camino.

Su plan de tratamiento debía devolverle a sus inicios, a su esencia perdida entre tantas confusiones y temores:
-Una alimentación exquisitamente dirigida a obtener los micronutrientes necesarios para una buena resolución inflamatoria, el incremento suplementario de omega 3, vitamina C, metionina, azufre, cinc, magnesio, etc., que asegurarían una correcta reparación tisular, camiones de enzimas en carencia y vitales para tener un buen détox celular y otros objetivos bioquímicos fueron incluidos desde el inicio de la intervención.
-Conseguir una calidad y cantidad de sueño fue impuesto de modo dictatorial. Era imperioso permitir que el cuerpo haga lo que tiene que hacer y, os diré una cosa, para descansar bien de noche el secreto es empezar mejor el día.
-Un aspecto fundamental fue comprometerse a la regla del símbolo de la Mercedes-Benz: 8 horas de trabajo, 8 horas de descanso y 8 horas de ocio.
-Otro gran pilar de este plan de abordaje multidisciplinar es la Terapia Manual y Terapia más Activa desde el prisma de la Reeducación Funcional. Durante los 3 meses posteriores a los 3 iniciales, las sesiones de terapia manual y reeducación funcional se alternaban en un ratio de 2 a 4, 7 días a la semana.

Trazado el plan inicial con el objetivo al final, Mieli comprendió que cuanto más largo y ambicioso es ese objetivo, más mini-objetivos deben existir en el recorrido. Sólo así pasamos de un nivel a otro con una fuerza que mejora la inercia y entusiasmo inicial con cada logro obtenido, efecto similar a la propia conducción saltatoria que realizan nuestros impulsos nerviosos y gracias a la mielina (su actual enemiga), entre otras cosas.
Pueden surgir involuciones derivadas de olvidar los factores de riesgo (no descansar, trabajar más de lo comprometido, tratamientos no adaptados, etc.), mesetas propias de un tiempo biológico necesario para conseguir las adaptaciones requeridas en los tejidos y otras tantas dudas que nos deben hacer volver a los planteamientos iniciales que han permitido iniciar exitosamente la mejoría y que debemos recordarnos. El camino era complicado, pero la determinación resultó decisiva. La constancia generaba ese punto firme desde donde poder dar el siguiente paso hacia adelante.
Quedaban decisiones por tomar, existían ciertas estructuras internas de la personalidad ahora innecesarias. Es más, en juicios subjetivos con su almohada, el Sr. Mieli tuvo que reconocerse que había líneas de su personalidad que ya no valían, que pertenecían al pasado y que debían actualizarse; de lo contrario se convertirían en Factores de Riesgo para inminentes recidivas.
Esos cambios, todavía en curso, los podemos concluir en pocas frases:
-          Debíamos cambiar palabras como “sufrimiento” por lo que uno quiere, por esforzarse en lo que merece la pena.
-          Ante la dificultad de entonar el “No puedo”, simplemente cambiar el principio de la frase por “ahora mismo me es complicado, luego…”.
-          Reconocer que la rigidez mental solo puede llevar a la ruptura corporal.
-          Entender el concepto de escasez como fuente de viejos y eternos problemas de autoestima.
-          Aprender a pedir ayuda, porque cuando la vida nos pone en el lado del que la presta y no la pide, es un poco más fácil. El problema es saber a quién le podemos pedir algo, y por experiencia os diré que no suele ser bueno pensar que debemos de pedírsela a quienes se la hemos prestado con anterioridad; sinceramente, no están o no deben estar en obligación. La mejor ayuda nace del desinterés más noble y, normalmente, se suele ofrecer sin solicitarla, pero este Don está al alcance de muy pocos.

Una pregunta que se plantea: ¿cuánta gente, pacientes, etc. conocéis que estén en la fase de compromiso? Pocos verdad; por ello se nos llenan las consultas; por ello algunos se curan y otros no. Es importante recordar que:
“Debemos orientar a nuestros pacientes hacia la línea de la curación; eso normalmente se materializa al generar un plan de tratamiento coherente con su contexto”
“Asegurarse la aceptación con el motivo de su consulta en las primeras citas y que pasen a una fase de compromiso para resolverlo en las posteriores intervenciones”“Derivar cuando sea necesario, aunque sólo sea para obtener una lectura desde otros puntos de vista”“Comprender que nuestro cuerpo tiene sus mecanismos de curación que debemos hacer todo lo posible para que hagan lo que tienen que hacer… Este último punto es el que yo considero como el ABC de la curación”.No es fácil resumir un cuadro clínico como el del Sr. Mieli ni traducirlo a un lenguaje divulgativo, que es lo que hoy pretendo. Es totalmente cierto. Para más información sobre cualquier aspecto se puede consultar en los profesionales de maSSalud, profesores de EMRA y compañeros de metameraconcept. Ellos son los protagonistas, los verdaderos responsables de que el Sr. Mieli, hoy día, tenga la oportunidad de tener otra oportunidad.

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Camilo Prieto Rivas BSc sport; PhT; MsC; D.O.
Director centro maSSalud
Co-director y profesor titular escuela EMRA Formación
Lic. en CCs AF y Deporte Col. 11.966
Fisioterapeuta Col. 3210
Osteópata

maSSalud
Educación Física - Fisioterapia - Osteopatía - Podología – PNI - Coaching Terapéutico
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Tel.: +34 881 933 956