INVASIÓN PLÁSTICA


Vivimos un momento de cambio. Afortunadamente. Puede parecer incómodo, innecesario, inútil o insuficiente, pero constituye un primer paso importante. El plástico ha ido invadiendo nuestras vidas y ha llegado el momento de eliminarlo. Es posible. Simplemente debemos modificar ciertos hábitos insalubres que provocan una absurda contaminación que nos afecta a todos.
Los datos que manejan los expertos indican que en España se consumen cuatro millones de toneladas anuales de plástico presente en envases, pajitas, etc. de elementos que sólo se pueden usar una vez y que tardará en descomponerse muchos años. Se calcula que en la superficie tardaría cientos de años y en el fondo del mar (donde hay poca luz y oxígeno) podría permanecer miles de años. En el medio marino, se cree que ocho millones de toneladas llegan a él y que se fragmenta en partículas diminutas que acabarán entrando en la cadena trófica a través del zooplacton y los animales marinos que se alimentan del mismo.
Las imágenes son demoledoras. El término “mar de plástico” se utilizaba hasta hace pocos años para denominar las gigantescas plantaciones existentes en determinadas zonas de nuestro país que aparecen cubiertas por interminables capas de plástico protector de los cultivos locales. Pero creo que debería aplicarse a lo que está ocurriendo en nuestras costas en las que la especie más abundante actualmente es el plástico en sus innumerables variedades.
No podemos olvidarnos de que a nuestras playas llegan todo tipo de restos. Maderas, metales, cristales, etc., pero lo más abundante es el plástico según han confirmado las autoridades especializadas en esta materia y las diferentes organizaciones ecologistas que trabajan sin descanso para minimizar los efectos de la contaminación ambiental.
Los expertos señalan que la mayor parte de estos residuos tienen un origen desconocido (que no significa que en él no intervenga la mano del hombre), en segundo lugar se encuentran los procedentes de las actividades turísticas, en tercer lugar los relacionados con el trasporte marítimo y, por último, los causados por las instalaciones sanitarias y las actividades pesqueras.
Esta situación explica imágenes como las que hemos visto últimamente en las que aparecen ballenas muertas con la barriga llena de residuos plásticos, tortugas asfixiadas por las bolsas o gaviotas con los picos bloqueados por los tapones de las botellas que quedan dispersos en los arenales. Además, la composición de los plásticos (derivados del petróleo que tardan mucho en degradarse y colorantes elaborados con metales tóxicos) incrementa la peligrosidad de estos residuos para los habitantes de los océanos y para nosotros como consumidores de los organismos que viven en ese medio.
El consumo de bolsas de plástico de usar y tirar se ha ido regulando durante estos últimos años debido al impacto ambiental que su utilización provoca. En el mes de julio han empezado a ser cobradas de manera obligatoria en los establecimientos comerciales aplicándose un importe de entre 5 y 15 céntimos. Se supone que esta estrategia ayudará a reducir el número de bolsas que los consumidores requeriremos, pues al tener que abonarlas, nos implicaremos en mayor medida en su reutilización. Los datos iniciales parece que reflejan una reducción de su presencia en las zonas acuáticas, pero es mejor que esperemos a conocer las estadísticas oficiales para saber si esta medida ha tenido la repercusión deseada.
Existen más opciones que podemos señalar. Es importante aprender a reciclar, evitar los alimentos excesivamente envasados, utilizar plásticos totalmente biodegradables, reutilizar las bolsas que adquirimos, evitar dispersar residuos plásticos en el mar, utilizar envases de papel, etc.

 

OJO CON TUS GAFAS DE SOL




A pesar de los intentos que desde los colegios profesionales se realizan cada año relativos a la protección ocular, olvidamos sus recomendaciones pensando que cualquier gafa de sol es buena para nuestros ojos y que lo importante es “estar a la moda”. Por supuesto, nos equivocamos. Los estudios demuestran que la exposición a una alta radiación solar (aunque sea breve) o a una baja (durante mucho tiempo) causa alteraciones en los tejidos y afecciones oculares que llegan a ser graves en todas las estructuras del ojo, entre las que podemos destacar que:
- A nivel del cristalino, se generarían cataratas y presbicia precoz.
- En la retina, lesiones que causan degeneración macular asociada a la edad, retinopatía visual, etc.
- En la córnea se puede producir una quemadura del epitelio muy dolorosa, que suele curar sin dejar secuelas.
- A nivel conjuntival, las quemaduras superficiales o ciertas enfermedades como el pterigium se relacionan con el exceso de radiación.
Podemos prevenir el daño ocular siguiendo las pautas de los especialistas (ópticos-optometristas, fundamentalmente) que conocen tanto la fisiología del ojo como las peculiaridades de los cristales y monturas adecuados para cada ojo y/o problema visual. No debes pensar únicamente en la estética, sino también en tus necesidades concretas.
Una directiva europea que los fabricantes deben respetar regula completamente las características que debe cumplir una gafa de sol sanitariamente adecuada. Te recomendamos que acudas a un centro especializado, mires la etiqueta antes de elegirla y optes por la que incluya:
- el cumplimiento con la normativa europea (CE).
- el nombre del fabricante.
- el índice del filtro solar. La normativa señala que oscila de 0 a 4 en función de la intensidad de absorción de luz, siendo independiente del color de la lente. El más indicado en la playa es el 3; para una luminosidad media llegaría con el 1; y, en función de sus propiedades, serán válidas o no para conducir de noche.
- el factor de protección ultravioleta.
Antes de decidirte piensa en sus propiedades ópticas, en que se adapte a la forma de tu cara y a la actividad que desarrollas, etc. y no únicamente en lo que te gusta, te queda mejor o está de moda. Tampoco creas que sólo la tienes que usar en verano; es imprescindible que te acostumbres a ella y te sientas cómodo para poder ponértela siempre que “la necesites”.
Decidir el color del cristal resulta muy importante. Debemos centrarnos en nuestras necesidades vitales, pues sus propiedades ópticas lo hacen más o menos adecuado a cada situación:
- el verde para realizar deportes náuticos o de invierno como el esquí.
- el marrón para los deportes al aire libre y para quienes padecen cataratas o se han sometido a cirugía ocular (por ejemplo, de miopía).
- el amarillo para deportes como el tenis, situaciones en las que varía la luz durante la conducción y para personas con problemas a nivel de la retina.
- el gris para la conducción en condiciones normales de luminosidad, en ambientes con iluminación irregular y para quienes padecen fotofobia.
- el negro tiene poco contraste y reduce la seguridad en la conducción.
Las propiedades ópticas de la lente pueden ser mejoradas haciéndolas: polarizadas para evitar deslumbramientos, pues se eliminan los reflejos horizontales; espejadas para evitar la fotofobia o fotocromáticas para modificar la claridad en función de la intensidad luminosa. Plantéalo al especialista porque seguro que hay alguna opción interesante para ti.
Te recomendamos acudir a tu óptica donde el óptico-optometrista te ayudará a elegirla adecuadamente. A nivel de salud visual debes evitar comprarla en tiendas no especializadas, cadenas comerciales o por Internet, pues el uso de lentes de baja calidad provoca mareos, dolor de cabeza, daños oculares, dilatación de la pupila, diplopia, etc. Ante cualquier problema consulta a un especialista y cambia de gafas….Tus ojos te lo agradecerán. Y no las uses sólo en verano,

¿PUEDO TOMAR ESTE MEDICAMENTO?



Cuando nos recetan un fármaco lo primero que debemos hacer es leer el prospecto que hay en su interior y no alarmarnos por lo que pone. Cualquier duda puede ser consultada al farmacéutico o al médico. Los datos se han recogido de la población general y no implica que vaya a sucedernos lo que allí se describe, pero… es mejor prevenir.

La alergia medicamentosa se refiere a una reacción inesperada producida tras la administración de un principio activo para tratar una patología concreta. Es debida a la respuesta inmunológica contra la propia molécula por parte del paciente. No suele producirse con la primera dosis, siendo necesaria una sensibilización previa para generar la respuesta inmune.

La frecuencia de aparición de estas alergias ha aumentado al incrementarse el número de moléculas farmacológicas utilizadas, así como la generalización de su consumo, si bien no hay datos epidemiológicos concretos del número de personas afectadas.

La reacción puede ser inmediata (en pocos minutos tras la toma) o tardía (incluso dos o tres días después de la administración), pues en cada caso se activan diferentes tipos de linfocitos generando una respuesta distinta.

Los síntomas son variados:

-          En la inmediata se presentan problemas respiratorios, gastrointestinales (náuseas y vómitos), cutáneos (angioedema y urticaria) e incluso anafilaxia, urgencia sanitaria que debe ser tratada de inmediato, se presenta súbitamente y cursa con enrojecimiento, picor, angioedema, rinorrea, edema laríngeo, taquicardia, diarrea, dolor abdominal, vómitos, etc.

-          En la tardía, la variedad y gravedad sintomatológica aumenta. Lo más frecuente es la aparición de un exantema (enrojecimiento de la piel con picor y sarpullido), que con la repetición de la dosis reaparece en la misma zona y con mayor progreso (ampollas dolorosas). En casos más graves –y raros-, las ampollas aparecen en piel y mucosas que hacen peligrar la vida del paciente.

El diagnóstico se basa en la historia clínica detallada en la que se anotarán los momentos y condiciones en que aparecen las reacciones, análisis de sangre específico, pruebas cutáneas y pruebas de provocación (administrar dosis crecientes del principio activo sospechoso y controlar la respuesta del paciente).

El tratamiento consiste fundamentalmente en no utilizar el medicamento que produce alergia y sustituirlo por otro con la misma actividad. En ocasiones son los coadyuvantes los que inducen el problema, lo que complica la situación, que debe resolverse eliminándolos.

Los fármacos que suelen provocar alergias son -en orden decreciente de aparición- los antibióticos, fundamentalmente penicilina y derivados (amoxicilina); los analgésicos (metamizol, principio activo del Nolotil); anestésicos y anticonvulsivantes.

Debe quedar claro que no es lo mismo reacciones adversas a medicamentos que alergia a ellos. Las primeras están previstas y no suelen poner en peligro la vida del paciente (por ejemplo, problemas gastrointestinales con el ibuprofeno) pues desaparecen al dejar de tomarlo; las segundas son graves, menos frecuentes, impredecibles y dependen del sistema inmunitario de la persona.

La mejor forma de prevenir y evitar este problema es no automedicarse, seguir escrupulosamente las pautas marcadas y observar los signos propios producidos tras la ingesta, comunicándolos al especialista (médico o farmacéutico) que nos indicarán los pasos a seguir. Leer el prospecto que acompaña a los medicamentos donde se incluyen las observaciones realizadas por el laboratorio referidas a la epidemiología bajo el epígrafe: “efectos adversos”, puede ayudarnos.

ACRILAMIDA


Es un compuesto orgánico de bajo peso molecular y muy soluble en agua, que se forma a partir de asparagina (un aminoácido) y azúcares reductores, cuando se someten los alimentos a temperaturas superiores a 120 °C y con bajo nivel de humedad. Se forma principalmente en alimentos ricos en hidratos de carbono, horneados y fritos. Estudios con animales señalan que los efectos cancerígenos de la acrilamida son evidentes y parece que derivan de la formación de glicidamida. Su presencia en el humo del tabaco y en algunos alimentos se conoce desde 2002 y acaban de entrar en vigor una serie de medidas aprobadas por el Parlamento Europeo para que la industria alimentaria reduzca la acrilamida presente en sus productos.

Los alimentos con mayor proporción de acrilamida son los cereales de desayuno, las patatas fritas, otros tubérculos fritos (batata, zanahoria, remolacha…), snacks, café, café soluble, sucedáneos de café (a base de achicoria y/o cereales), galletas, galletas saladas, masa de hojaldre, comida precocinada (croquetas, empanadillas…), cereales infantiles, potitos infantiles, bollería, barritas de cereales, cucuruchos, barquillos, pan, pan tostado, panecillos, biscotes, frutos secos tostados, frutas secas (como ciruelas pasas, orejones o uvas pasas), chuches, etc. Los alimentos elaborados a base de maíz y arroz (aptos para celíacos), tienen menor contenido en acrilamida que los semejantes elaborados a partir de trigo, avena, cebada o centeno.

Es importante establecer medidas para reducir la presencia de acrilamida en los productos alimenticios, seleccionando variedades de materias primas que contengan menos precursores, o sometiéndolas a tratamientos tecnológicos. Las medidas propuestas por el panel de expertos de la EFSA van en la línea de seleccionar ingredientes con menor cantidad de almidón y de asparagina, mejorar los procesos de almacenamiento y de cocinado.

La Dieta Coherente (https://www.dietacoherente.com/consejos_coherentes) propone diez consejos para reducir la ingesta de acrilamida:

1.-Respeta los tiempos y temperatura indicados por el fabricante para la fritura u horneado de las patatas, croquetas o empanadillas. No dejes que se oscurezcan mucho, cocínalos en su punto (No pasar de los 160-180º en el horno y los 160-175º en la freidora o sartén).

2.-Utiliza aceite de oliva para cocinar, incluso para la freidora, pues tiene un punto de ebullición más alto que el de girasol y permite freír a una temperatura inferior. Además aguanta más frituras y genera menos residuos. Retira los pequeños fragmentos, trocitos o migajas de los alimentos que se vayan desprendiendo durante la fritura.

3.-Evita la ingesta de alimentos muy tostados o crujientes. Por ejemplo, rasca la superficie de las tostadas o de los sandwiches, si quedan muy “quemados” o demasiado tostados.

4.-Al hornear ten cuidado de que no “se queme” el bizcocho, la pizza o las patatas. Si es posible, dale la vuelta al alimento cada 10 minutos o al menos, a la mitad del tiempo de cocción. Evita que se forme esa capa dura tostada o no la consumas y utiliza la mitad del azúcar que indica la receta.

5.-Introduce en el horno una taza con agua para que aporte algo de humedad durante el proceso de horneado. La acrilamida se forma más a mayor temperatura y con un bajo grado de humedad.

6.-Almacena las patatas en la despensa, expuestas a la menor luz y humedad posibles, para evitar que germinen. Nunca las guardes en la nevera.

7.-Compra variedades de patata destinadas al uso culinario que les vayas a dar. Si son para freír, asar u hornear tienen unas propiedades diferentes. Siempre mejor las patatas frescas que congeladas.

8.-Pon a remojo las patatas antes de cocinarlas. Si es en agua hirviendo basta con escaldarlas un par de minutos, si el agua está templada, basta con 20 minutos y si es en agua fría, una hora. De este modo se separa el almidón y el agua queda turbia. Enjuágalas antes de secarlas y cocinarlas.

9.-No llenes demasiado la freidora o la sartén, para evitar que el aceite se caliente demasiado y también lograrás que el alimento absorba menos aceite.

10.-Reduce el consumo de snacks salados y bollería industrial porque no forman parte del decálogo de la Dieta Coherente y contienen muchos azúcares ocultos y grasas trans.

Amil López Viéitez

Doctora en Farmacia y Nutricionista

 

NEUROPATÍA TOMACULAR

¿Alguna vez se te ha dormido una parte de tu cuerpo? ¿Te ha ocurrido que después de estar un rato en una posición determinada se te duerme un pie  o una pierna? Te  levantas caminas un poco y se despierta. Pero ¿qué ocurre cuando después de unas horas no ha despertado y sientes que estás perdiendo fuerza? Pasan horas, días y no mejora.
 Acudes al médico, al traumatólogo, al neurólogo… que necesitan una serie de pruebas para darte un diagnóstico. Un proceso que se demora en el tiempo y los síntomas no desaparecen. Se descartan enfermedades degenerativas pero no se llega a una conclusión. En ese momento empiezas a desesperarte, no notas mejoría y no sabes qué te pasa. Entras en una segunda fase de pruebas genéticas y, con una analítica, se descubre una alteración genética culpable de ese proceso. Se llama NEUROPATÍA TOMACULAR o neuropatía hereditaria con parálisis sensible a la presión (NHPP).
Suele manifestarse en la segunda o tercera década de la vida y raramente en la infancia. Puede que sea asintomática durante toda la vida y nunca sea diagnosticada.
Su presentación más habitual es la aparición repentina de pérdida sensorial y debilidad  muscular en un solo nervio, desencadenada por una tensión mecánica del nervio (como una compresión, un movimiento repetitivo o el estiramiento de los miembros implicados).
Los más afectados suelen ser el peroneo en la cabeza del peroné, el nervio cubital en el codo, el nervio mediano en la muñeca, y el nervio radial. Las manifestaciones clínicas causadas por estas mononeuropatías son: pie caído, entumecimiento y debilidad de las manos, debilidad en los brazos y pérdida sensorial en los dedos índice y pulgar o en la cara lateral de la mano. En algunos casos raros, el síntoma de presentación es una plexopatía braquial con parálisis unilateral del brazo y pérdida sensorial.
En el 50 % de los casos, los pacientes se recuperan de estos episodios en pocos días o meses, pero otros experimentan una recuperación incompleta y sufren déficits focales sensoriales y motores recurrentes
Epidemiología
La prevalencia actual es desconocida, pero las estimaciones varían entre 1/50.000 y 1/20.000. La enfermedad afecta a hombres y mujeres por igual.
Etiología
La HNPP está causada por una mutación en el gen PMP22 (17p12), que codifica la proteína de la mielina periférica de 22 kDa (PMP22) que se expresa predominantemente en la mielina compacta del sistema nervioso periférico.
Métodos diagnósticos
El diagnóstico de HNPP se basa en la presencia de mononeuropatías focales recurrentes y la evidencia de una historia familiar. Los estudios electrofisiológicos demuestran una latencia distal prolongada en los sitios susceptibles de sufrir tensión mecánica (polineuropatía sensitivomotora desmielinizante) y en la biopsia sural se observan engrosamientos mielínicos focales (tomáculas), que también se pueden observar en otras neuropatías Una mutación en PMP22 confirma el diagnóstico de HNPP.
Diagnóstico diferencial
El diagnóstico diferencial incluye tanto las mononeuropatías inducidas por compresión como las polineuropatías generalizadas.
Diagnóstico prenatal
Teóricamente es posible realizar un análisis prenatal en aquellas familias en las que se ha identificado el gen que provoca la enfermedad. La HNPP se hereda de forma autosómica dominante, de modo que es aconsejable el asesoramiento genético.
Manejo y tratamiento
En algunos casos el tratamiento es innecesario, puesto que la recuperación se puede dar de forma espontánea. Para los casos de pie caído o muñeca caída puede ser recomendable una ortesis de tobillo-pie o una férula para muñeca. Las almohadillas protectoras para codos y rodillas pueden atenuar las tensiones mecánicas de los nervios. Conviene evitar las actividades que impliquen estar sentado con las piernas cruzadas, apoyarse en los codos o los movimientos repetitivos de las muñecas, así como las pérdidas de peso rápidas. También hay que evitar el uso de vincristina.
Pronóstico
La HNPP no es mortal. El pronóstico es bueno, ya que la mitad de los pacientes se recupera completamente tras un episodio, y en la otra mitad la recuperación es parcial. Los síntomas residuales suelen ser relativamente leves y no provocan una discapacidad grave. Sin embargo, en algunos casos se puede producir una parálisis de las extremidades prolongada y grave, especialmente tras una actividad física extenuante.
María Raso, Fisioterapeuta.
Clínica Oleiros. Laborsalud-Sermupa.
Plaza Agramar, 3, Oleiros.