Hay que tener en cuenta que el
proceso ansioso puede deberse a una situación puntual o, por el contrario,
constituir un trastorno psiquiátrico que requiere la ayuda del médico –y la correspondiente
medicación- para resolverse. Los estudios realizados indican que es más
frecuente en primavera y otoño, aunque puede aparecer en todas las estaciones,
sobre todo en momentos como éste de incertidumbre económica que nos ha tocado
vivir.
Las personas ansiosas describen
síntomas diversos porque somatizan su ansiedad de manera diferente: insomnio,
nerviosismo, cefaleas, dolor de estómago, mareos, hipertensión, etc. Los
ansiolíticos alivian los síntomas, pero no actúan sobre la causa que los
produce. Para ello, debes cambiar tu estilo de vida, enfrentarte a los
problemas de manera optimista, no adelantar acontecimientos negativos,
organizarte para no mezclar conflictos, etc. Si no lo resuelves así, acude al
médico, quien te prescribirá en caso necesario el ansiolítico adecuado a tu
situación (normalmente una benzodiacepina).
Para lograr el efecto deseado y
no padecer todas sus contraindicaciones, algunos colegios oficiales de
farmacéuticos han preparado un decálogo del buen uso del que deseo destacar que:
-
No se pueden tomar para aliviar la tensión producida
por un problema puntual.
-
Sólo el médico puede prescribirlos y pautarlos; no
debes seguir el consejo de otras personas que los están tomando y te los
recomienden porque a ellos les funcionen.
-
Sólo se dispensan con receta. El farmacéutico no te los
dará salvo que tengas la prescripción del médico y…¡no te enfades si además te
pide el DNI!
-
Debes seguir las normas que te han dado: cumplir el
horario, el intervalo entre dosis, la cantidad a ingerir, no aumentar el tiempo
de consumo, etc.
-
Jamás aumentes la dosis sin indicación del médico
aunque no obtengas los resultados que esperabas. Su efecto suele tardar unos
días en producirse y aumentar la cantidad ingerida no va a reducir los tiempos,
pudiendo causarte una peligrosa sobredosis.
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No dupliques la dosis si olvidas tomar la anterior.
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No temas, no los necesitarás para siempre. Lo normal es
que, en pocos meses, dejes de tomarlos, por lo que no sufrirás dependencia.
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No abandones su uso sin consultar al médico; debes
retirarlos gradualmente para evitar el síndrome de abstinencia.
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Lee el prospecto para conocer los efectos que puedes padecer.
Ante cualquier duda consulta al farmacéutico y, si aparece alguna reacción
extraña no descrita, acude al médico.
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No consumas bebidas alcohólicas durante su uso, porque
potencian el efecto sedante de las benzodiacepinas.
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No tomes drogas ilegales para evitar reacciones
cruzadas que pueden resultar muy peligrosas, incluso causar la muerte.
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No mezcles medicamentos sin orden del especialista,
pues es el único que sabe lo que te conviene.
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No conduzcas ni manejes maquinaria si no te sientes
seguro o percibes que tus capacidades están reducidas. El consumo de estos
medicamentos afecta a los reflejos y puede ocasionar accidentes.
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Ten cuidado con los efectos secundarios. Puedes sufrir
pequeños percances (como caídas) por la disminución de tus reflejos.
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No consumas tampoco sustancias naturales, porque pueden
potenciar la acción del ansiolítico (valeriana) o reducirla (ginseng).
Estos fármacos reciben diferentes nombres que, lamentablemente, resultan bien conocidos para el público general, lo que indica que su consumo es muy habitual para el tratamiento de la ansiedad patológica, compañera demasiado frecuente de nuestro actual estilo de vida. ¡No olvides que sólo debes tomarlos si te los prescriben!
Carmen Reija López
Farmacéutica Colegiada
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