Siempre han estado ahí y se han
encargado de que cada objeto llegue a su lugar en el momento y manera adecuados.
El mundo globalizado en el que
nos hemos decidido a vivir (o nos ha tocado) implica la necesidad de que todo llegue
a todas partes. Comemos naranjas de Valencia en Lugo, pescado gallego en Madrid
o plátanos de Canarias en Tarragona. Y ya no voy más lejos porque cada día
llegan mercancías de cualquier lugar del mundo.
Los transportistas se encargan de
recoger el producto en el punto de origen y llevarlo a su destino en las
mejores condiciones y en el menor tiempo posible. Así lo han hecho durante
todos estos años y no han dejado de hacerlo en un momento tan complicado en el
que su tarea se ha visto realmente comprometida.
Plantean problemas como que no
encuentran un lugar donde comer o un aseo al que acudir debido al cierre de los
establecimientos existentes en su itinerario. Otros comentan que han encontrado
en las gasolineras todo lo que precisan y agradecen a los trabajadores de esos
locales su apoyo constante.
Por supuesto, también tienen
miedo al contagio del coronavirus y sufren por abandonar a sus familias cuando
salen a realizar su cometido. A pesar de todo, siguen cumpliendo su horario y
no se han quejado por ello.
En cualquier caso, quienes
transportan los productos que encontramos en los puntos de venta que aún
permanecen abiertos, merecen nuestro reconocimiento. Constituyen un eslabón
fundamental para que los consumidores tengamos acceso a la comida o los medicamentos.
VALOREMOS SU TRABAJO.
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