NO DEJES TU TRATAMIENTO

En cualquier situación, debes mantener las pautas recomendadas por tu médico. Si estás siguiendo algún tratamiento, debes continuarlo, pues es imprescindible para que tu salud se mantenga y no se produzca ninguna recaída. Es fácil de comprender pero nos mostramos reacios a seguirlo cuando nuestro ritmo de vida cambia.
La adherencia al tratamiento es un problema real, pues no seguirlo es una de las razones por las que no resulta eficaz, incluso puede generar efectos adversos si se hace un uso inadecuado como ocurre con las resistencias bacterianas causadas por el mal cumplimiento del tratamiento antibiótico.
Entre un 20 y un 50 por ciento de los pacientes no toman correctamente la medicación: se olvidan de una toma, ya están bien y lo dejan o les sienta mal y no sirve para nada… lo que provoca el abandono y el empeoramiento de la enfermedad tratada. Los enfermos crónicos creen que tomar fármacos toda su vida es muy incómodo y que no lo necesitan y, aunque dejar de tomarlo supone un riesgo, no lo piensan.
Las causas de abandono son:
-Las reacciones adversas. Cuando el medicamento genera sensaciones inesperadas (cansancio, mareos, nerviosismo, etc.), el paciente deja el tratamiento porque “así se siente mejor”.
-Desconfianza. Muchos no creen lo que el médico dice y consideran que lo que les receta “no sirve para nada”. Es un error gigantesco porque es el profesional que mejor sabe lo que te conviene y, si no funciona, te lo cambia.
-Automedicación. Creer que lo que han tomado en otras ocasiones es lo que mejor les funciona hace que caigan en este error.
-Pautas complicadas. Hay tratamientos en los que las dosis varían a lo largo del día, hay descansos en la semana, etc. y se lleva mal. Otro problema es el uso de aparatos especiales como las jeringas de insulina o los inhaladores del asma. Poco a poco aprenderás.
-Polimedicación. Quienes tienen que tomar varios fármacos, suelen olvidarse de alguno o pensar que son excesivos y reducir su consumo.
-Desconocer la eficacia del tratamiento. Piensan que no sirve para nada y que no saben lo que están tomando.
-Problemas mentales. Son pacientes que no comprenden que es imprescindible seguir el tratamiento para recuperar la salud. Mezclan pastillas, olvidan las tomas, reducen la dosis…y así resulta imposible controlarles.
-Desconocer la enfermedad que padece. Les provoca mucha inseguridad y renuncian al tratamiento porque consideran que no lo necesitan.
Para mejorar la adherencia al tratamiento sería importante explicar a los enfermos lo que tienen y para qué sirve lo que les recetan. Médicos y farmacéuticos lo hacen, pero los pacientes suelen escudarse en que no es tan grave y que no les hace falta lo que les han recomendado.
Cuando se les olvida la toma, se equivocan alternando mal los fármacos, repiten la dosis porque han olvidado la anterior o la confunden con otra, etc. sería recomendable:
-Programar alarmas que avisen del momento en que deben tomarlo.
-Ayudar a los dependientes. Los familiares o cuidadores deberían acudir al médico con el enfermo para conocer el tratamiento.
-Resolver todas las dudas que se le planteen preguntando al médico o al farmacéutico.
-Usar pastilleros para llevar los fármacos a todas partes.
-Establecer un calendario con el horario y la dosis.
-Ordenar los medicamentos en función de la hora del día que debe ser consumido.

Acude a tu farmacéutico. Está perfectamente capacitado para responder a tus dudas y resulta muy asequible porque lo encuentras en la farmacia. No temas y consúltale todo lo que no comprendas. Seguro que te dará una respuesta acertada.

 

CONDUCE CON VISTA

Al planear un viaje en coche no deberíamos olvidar que el conductor es la parte fundamental y que, si quien pilota tiene algún problema de visión, puede sufrir un accidente, incluso en bicicleta. Esta actividad requiere una visión perfecta para evitar percances, pues la mayor parte de la información que precisamos para conducir proviene de nuestra capacidad visual y los expertos calculan que más de un 35% de los accidentes de tráfico se deben a “distracciones visuales” sufridas por el conductor.
No todas las situaciones son iguales. Podríamos destacar:
-Cuando conducimos de día y bajo los rayos del sol es necesario evitar los deslumbramientos, utilizando gafas con un filtro solar adecuado, preferentemente de color gris y con cristal polarizado por su eficacia antirreflejante.
-Los pacientes sometidos a cirugía ocular (como trasplante de córnea, cataratas, corrección quirúrgica de la miopía, etc.) deberían esperar de 1 a 3 meses para volver a conducir, siempre a criterio de su cirujano, que puede reducir o ampliar dicho tramo en función de la evolución visual del operado.
-Los mayores de 55 años con inicio de cataratas o con una miopía muy acusada deben ser cuidadosas, pues no presentan un 100% de agudeza visual. Ésta disminuye hasta en un 70% durante la noche, razón por la cual el número de accidentes aumenta. A ello hay que añadir a quienes padecen la denominada “miopía nocturna” (no se adaptan bien a la oscuridad) o de los daltónicos, en los que se reduce la agudeza y capacidad visual en ausencia de la luz natural.
Para mejorar la conducción y reducir riesgos sería recomendable seguir unos sencillos consejos previos:
-Comprobar que el vehículo se encuentra en óptimas condiciones de visibilidad: parabrisas limpios, faros alineados y con suficiente intensidad luminosa, etc.
-Utilizar gafas de sol adecuadas para protegerse de los deslumbramientos provocados por los rayos solares
-Llevar gafas de recambio correctamente graduadas en función del problema refractivo de la persona
-Evitar situaciones que produzcan descompensación visual, como la fatiga, el estrés, el consumo de fármacos, etc.
-Eludir la conducción nocturna las personas mayores de 65 años, con glaucoma, miopía o cataratas que reducen la capacidad visual y la posibilidad de reacción ante los imprevistos
-Los operados de cirugía refractiva no deben conducir de noche, al menos durante un tiempo, ya que pueden tener problemas de visión nocturna
-Los que padecen problemas de visión de color (daltonismo) deben aumentar las precauciones en caso de lluvia o niebla e incrementar la distancia de seguridad para favorecer su tiempo de respuesta
-Realizar adecuadamente las pruebas psicotécnicas, pues permiten detectar problemas de visión que al propio paciente le pasan desapercibidos.
-Acudir a centros especializados donde los profesionales gestionarán su situación personal y le recomendarán las mejores pautas.
Los ópticos-optometristas serían los profesionales más indicados para ayudarnos, por su cercanía, accesibilidad y conocimientos. Se recomienda una revisión visual al menos una vez al año y siempre antes de iniciar un viaje largo. Pueden detectar algún problema incipiente en nuestra capacidad visual y ayudarnos a resolverlo o dirigirnos al profesional adecuado para ello.