Estamos
ya acostumbrados a oír hablar de calorías, hidratos de carbono, grasas o proteínas,
pero, últimamente, nuevas y confusas palabras irrumpen en el panorama
alimentario y se nos plantean dudas. Los medios de comunicación utilizan
expresiones como alimentos genéticamente modificados, bífidus activo,
fitoesteroles, ácidos Omega 3 o prebióticos, difíciles de comprender. Además,
los alimentos procesados incluyen conservantes, edulcorantes, acidulantes, etc.
como elementos necesarios e imprescindibles, de consumo habitual y que ejercen
un efecto —normalmente negativo— sobre nuestra salud.
Y
nos planteamos ¿qué debo comer? La respuesta de los expertos es clara. De
manera general, una dieta equilibrada implica una ingesta media de 2000 calorías
diarias para los hombres y 1800 para las mujeres. En ella, el 45-55% de energía
debe proceder de los hidratos de carbono, el 15-25% de proteínas y el 25-35% de
las grasas totales (según consenso Fesnad-Seedo). Deben limitarse el consumo de
grasas saturadas, grasas trans y azúcares añadidos.
Nuestra
recomendación es que no te obsesiones, sigas una dieta equilibrada y evites
caer en la tentación de pensar que todo lo light
es bueno o que necesitas probióticos para que tu organismo funcione. Racionaliza
el consumo de estos productos porque tu salud (y tu bolsillo) te lo agradecerá.
Capítulo
especial merecen ciertos grupos de población (como los niños, los ancianos o
las embarazadas) y algunos colectivos que presentan peculiaridades (como los
celíacos, los que tienen el colesterol alto, los que padecen obesidad, los
intolerantes a la lactosa, etc.) Para ellos es imprescindible ajustar la
ingesta de manera que sus necesidades nutricionales se vean cubiertas.
Esta
situación hace que les resulte especialmente adecuado el conocimiento de las
ventajas y los inconvenientes de los nuevos alimentos que están ocupando las
estanterías de los centros de distribución alimentaria.
Algunas
empresas han desarrollado sus propias líneas de productos y los precios resultan
más económicos. Consulta en las distintas páginas web, en las asociaciones de
consumidores o en las específicas de lo que necesites.
Cuando
vemos que pone en la etiqueta que es light,
creemos que podemos comer todo lo que queramos que no engordaremos y no es así.
Te recomendamos que no abuses de los light,
ni de los 0%, combínalos con alimentos bajos en grasa evitando añadir más en la
preparación. No caigas en la tentación de pensar que porque son light no engordan. Es una idea falsa
porque no son productos adelgazantes; debes fijarte en la composición
nutricional: grasas, proteínas e hidratos de carbono para no superar las
cantidades recomendadas.
Todos
deben seguir estrictas normas sanitarias e incluir la información precisa para
reconocer lo que se está comprando. La legislación existe ya hace años, pero
debe adaptarse a la nueva situación e incluir las sustancias añadidas a los
productos alimentarios. También los consumidores tenemos derecho a conocer los
beneficios reales (relacionados con la flora intestinal, el aporte de
estrógenos naturales, la reducción de la absorción de colesterol, etc.), pues
nuestra salud empieza por lo que comemos.
Todos
los alimentos que llegan a nuestra casa están regulados por normas específicas
y/o generales dictadas por el Ministerio. Estos nuevos alimentos tienen una legislación
específica diseñada especialmente para ellos que determina la obligatoriedad de
señalar en la etiqueta cualquier característica del producto alimentario: si
está enriquecido con algún nutriente, si es integral, si carece de grasa, etc.
indicando concretamente el aporte real de dicha sustancia.