¿QUÉ HACEMOS CON LA FRUCTOSA?



Ante las alarmas que se han encendido relacionadas con el consumo de fructosa y la idea de que la fruta no es tan buena como pensábamos, se ha iniciado una controversia excesiva en torno a este azúcar presente en las frutas. Los expertos coinciden en que el consumo diario de fruta es imprescindible para nuestra salud y que debemos eliminar la fructosa procedente de otras fuentes que no son tan sanas…
Es el azúcar de la fruta, un hidrato de carbono que ha generado una gran controversia en estos últimos años y se han realizado numerosos estudios sobre sus efectos en el cuerpo humano. Realmente, el problema no se debe plantear en relación con el consumo que hacemos de ella al comer fruta, sino cuando se adiciona como endulzante en ciertos alimentos y bebidas y la consumimos en elevadas proporciones.
La fructosa se metaboliza en el hígado, formando ácidos grasos que se acumulan en forma de grasa en el hígado y en los tejidos, causando resistencia a la insulina, aumento de la grasa abdominal, hipertensión, obesidad, niveles altos de triglicéridos y colesterol LDL, enfermedades crónicas, la enfermedad de hígado graso no alcohólica, problemas cardíacos, síndrome metabólico, diabetes tipo II, agotamiento de vitaminas y minerales, etc. Además, la fructosa incrementa las ganas de comer porque interfiere en la conexión entre la leptina y el cerebro.
Esto no significa que se deba evitar la fruta, porque pequeñas cantidades de fruta sin procesar contienen poca fructosa y no deberían dar problemas a menos que se padezca diabetes, obesidad o una alergia alimentaria relacionada con ella. Sí se deben evitar los zumos de frutas, refrescos y otros alimentos y bebidas con fructosa añadida.
Cuando se consume fruta fresca la glucemia no se eleva bruscamente como sucede con los refrescos. Así no se libera tanta insulina y las probabilidades de formar tejido adiposo son menores. Además, la fruta fresca produce más sensación de saciedad y se come menor cantidad, lo que confirma la diferencia clara entre el azúcar de la fruta y la fructosa adicionada a los alimentos.
En la fruta el contenido medio es de unos 15 gramos, nada que ver con los 73 gramos de las bebidas edulcoradas. En frutas y vegetales se mezcla con fibra, vitaminas, minerales, enzimas y fitonutrientes beneficiosos que modulan los efectos negativos que podrían presentarse. Los expertos señalan que:
-Contienen poca fructosa: sandía, melón, limón, mandarina, plátano.
-Con un contenido medio de fructosa: naranja, cerezas, kiwi, arándano rojo, mango.
-Más alto: manzana, ciruela, pera, albaricoque, dátil, fresa, frambuesa.
Para reducir los efectos del consumo excesivo de fructosa os recomendamos:
-Limitar el consumo de fructosa a menos de 25 gr al día.
-Limitar o eliminar el consumo de alimentos procesados.
-Aumentar el consumo de vegetales frescos.
-Consumir al menos un tercio de alimentos en crudo.
-Evitar los edulcorantes artificiales.
-Usar miel para endulzar las infusiones, el café, etc.
-Evitar los alimentos y bebidas que contienen fructosa (incluso en forma de jarabe) como: algunos yogures, salsas preparadas, alimentos dietéticos, ciertas leches y alimentos, bollería y panes industriales, cereales para el desayuno, comida rápida y envasada, alimentos procesados y envasados, etc.
-Reducir el consumo de bebidas energéticas y deportivas que tengan un elevado contenido en fructosa.
Los especialistas señalan que pequeñas cantidades de fructosa son probablemente benignas e incluso presentan efectos metabólicos favorables; altas cantidades pueden ser perjudiciales, sobre todo en personas con colesterol alto y problemas de resistencia a la insulina.

QUIERO DEJAR DE FUMAR

Muy buena idea. Si lo dices convencido es que ha llegado tu momento y debes aprovecharlo porque lo más importante es la motivación. El deseo de abandonar ese hábito te impulsará a conseguirlo y, aunque lo has intentado muchas veces y has recaído, puedes lograrlo. Solo tienes que creer en tus posibilidades y elegir el método que se adapte a ti.
Ya sabes que fumar es un hábito nocivo (pues las campañas organizadas por los especialistas así nos lo indican) y que genera grandes problemas a nuestro organismo. La OMS considera que el tabaquismo es “una enfermedad crónica capaz de provocar diferentes tipos de cáncer (pulmón, riñón, vejiga, faringe, laringe, boca, etc.), varias enfermedades respiratorias, accidentes cerebrovasculares, dolencias cardíacas y algunos trastornos digestivos”.
Cada uno tiene un motivo para fumar (me relaja, me adelgaza, me gusta, no puedo evitarlo, me hace más sociable, me ayuda a conocer gente, etc.) y para dejarlo (mis hijos, mis padres, mi salud, etc.)
Los expertos indican que fumas porque necesitas la nicotina y la respuesta que ésta genera en tu organismo, ya que es un alcaloide muy adictivo que en bajas concentraciones actúa como estimulante a nivel cerebral (aunque a dosis elevadas sea un veneno). Y te sientes fatal, no solo por lo que fumas tú sino porque molestas a quienes te rodean.
Aunque dejarlo no es fácil, si lo haces te sentirás libre. Acude a tu médico de familia y consulta todas las opciones que existen. Él te dirá lo que más te conviene y te derivará a las unidades que considere oportunas. Dejarlo solo es difícil.
En la página de la Asociación contra el Cáncer se proponen consejos, por lo que te recomendamos que la leas o acudas a una de sus oficinas. Lo mejor es combinar varias terapias: la predisposición psicológica (querer dejarlo) junto al uso de determinados fármacos que imitan a la molécula de nicotina (bupropión, vareniclina) o contienen dosis controladas de nicotina (parches, pastillas, etc.).
En la AECC existen opciones gratuitas para dejar de fumar que están controladas por expertos en la materia. En su página www.aecc.es puedes encontrar información muy útil y contrastada.
Los mecanismos de ayuda son variados:
-Nutrición,  el consumo de algunos alimentos provoca que el tabaco sepa peor, por lo que no apetece fumar. Esto ocurre con los lácteos, el  agua, los zumos de frutas y los vegetales, por lo que se recomienda utilizarlos para abandonar la nicotina.  En el lado opuesto se encuentran el alcohol y la cafeína, que realzan el sabor de la nicotina y dan más ganas de fumar. Debes evitarlos cuando estés en esa primera fase de abandono.
-Dietética, en el sentido de evitar engordar, acudiendo a un especialista en dietética para que elabore tu dieta personalizada. Normalmente se aumentan unos cinco quilos debido a la sustitución de nicotina por comida (azucares y grasas) y a que deja de producirse el efecto termogénico de la nicotina en nuestro organismo. Se recomienda equilibrar la dieta, no recurrir a los “alimentos recompensa”, hacer deporte, beber agua e infusiones y reducir las raciones.
-La fitoterapia plantea varias posibilidades para ayudarte a ser exfumador: para la ansiedad inicial (pasiflora, valeriana, espino blanco), para eliminar toxinas y depurar (boldo, alcachofa, cardo mariano), para reducir la oxidación e inflamación (cúrcuma, sauce, grosellero negro) y para recuperar las vías respiratorias (tomillo, eucalipto, drosera, malva). Lo ideal sería combinar una de cada grupo para atacar por todos los frentes.
Anímate y busca tu opción. Consulta a tu farmacéutico, siempre cercano y accesible. Seguro que lo consigues. Hace falta mucho empeño y fuerza de voluntad, pero si has decidido dar el paso te sentirás mejor y lograrás tu objetivo. En cuanto percibas cómo mejora tu salud en poco tiempo, te darás cuenta de que ha merecido la pena.

DEFIÉNDETE NATURALMENTE

Nuestro cuerpo está preparado para adaptarse y tiene mecanismos para defenderse de virus, alérgenos, bacterias, etc., principales agentes externos que atacan a nuestro organismo y alteran su funcionamiento. Así, estos elementos nocivos, se convierten en objetivos a destruir antes de que nos causen problemas de salud que pueden ser graves si no se atajan. El sistema inmunitario realiza esa función primordial (se encarga de protegernos de esos ataques externos) y debemos cuidarlo.
Cuida tu intestino porque en él reside parte de nuestra capacidad de respuesta ante agentes nocivos. Resulta útil consumir yogures, alimentos probióticos, frutas, verduras, agua y fibra soluble, pero es nocivo, en cambio, basar la dieta en los alimentos refinados, harinas blancas, azúcares, etc. porque destruyen nuestra flora. Además, el consumo de ciertos medicamentos la altera notablemente, por lo que no deberíamos abusar de antibióticos, analgésicos o antiinflamatorios y proteger nuestro aparato digestivo cuando sea imprescindible su administración.
En el menú diario debes seguir una dieta variada, sin excluir -porque no te gusten- alimentos imprescindibles. También la forma de preparación influye en la asimilación de esos nutrientes: ni muy hecho, ni crudo; mejor poco cocido o a la plancha, evitando usar el microondas y recalentar los alimentos. A nivel inmunitario interesa consumir:
-Ácidos grasos omega-3 (en nueces, almendras y pescado azul).
-Hierro (en huevos, carnes rojas, espinacas, etc.)
-Zinc (en marisco, pescado, legumbres, carne, etc.)
-Selenio (en pipas de girasol, huevos, etc.)
-Ácido fólico (en verduras de hoja verde, frutas, etc.) Si estás embarazada es indispensable tomar un suplemento (que te recomendará tu médico) para la completa formación del tubo neural de tu bebé.
-Vitamina C (en naranjas, tomates, perejil, etc.)
-Vitamina E (en brécol, espinacas, frutos secos, etc.)
-Vitamina B 6 (en carnes, aguacates, pescados, nueces, etc.)
Si tu dieta es pobre en estos nutrientes por motivos laborales o personales, vives con estrés, fumas, bebes… en definitiva, te cuidas mal, quizás necesites un suplemento vitamínico pautado por el especialista. Hay muchos en el mercado pero no cualquiera es el apropiado para ti. No lo compres por la publicidad de la marca o porque le va bien a otra persona; precisas el indicado para tu estado concreto. Lo peor que puedes hacer es automedicarte.
La fitoterapia recomienda extractos de equinácea para reforzar el sistema inmunitario. También se emplean el polen y la jalea real, que consiguen buenos resultados en cualquiera de sus presentaciones. El alga espirulina, rica en proteínas, es un complemento alimentario de interés en dietas bajas en ellas. A pesar de la bondad de estos compuestos “naturales” recomiendo su consumo bajo control del especialista, para evitar efectos secundarios indeseables. Además, y en ningún caso, pueden sustituir al tratamiento pautado por el médico.
Quienes sufren estrés crónico tienen elevadas las hormonas que lo inducen y junto a síntomas reconocibles (insomnio, lumbago, dolor de cabeza, alteraciones intestinales, falta de respiración, irritabilidad, etc.) tienen afectado su sistema inmunitario, por lo que padecen con más frecuencia catarros, gripes, faringitis, otitis, etc. Además de resolver estos problemas con la medicación prescrita por el especialista, deben consultar su estado anímico y tratarlo adecuadamente. No siempre es imprescindible medicarse para superar la ansiedad, pues en ocasiones es suficiente con plantearse pequeños cambios de vida, pasear tranquilamente, evitar la competitividad, relajarse leyendo un libro o escuchando música, etc. En todo caso, cualquier decisión en este sentido debe ser consultada con el especialista y seguir todas sus recomendaciones.

 

NO DEJES TU TRATAMIENTO

En cualquier situación, debes mantener las pautas recomendadas por tu médico. Si estás siguiendo algún tratamiento, debes continuarlo, pues es imprescindible para que tu salud se mantenga y no se produzca ninguna recaída. Es fácil de comprender pero nos mostramos reacios a seguirlo cuando nuestro ritmo de vida cambia.
La adherencia al tratamiento es un problema real, pues no seguirlo es una de las razones por las que no resulta eficaz, incluso puede generar efectos adversos si se hace un uso inadecuado como ocurre con las resistencias bacterianas causadas por el mal cumplimiento del tratamiento antibiótico.
Entre un 20 y un 50 por ciento de los pacientes no toman correctamente la medicación: se olvidan de una toma, ya están bien y lo dejan o les sienta mal y no sirve para nada… lo que provoca el abandono y el empeoramiento de la enfermedad tratada. Los enfermos crónicos creen que tomar fármacos toda su vida es muy incómodo y que no lo necesitan y, aunque dejar de tomarlo supone un riesgo, no lo piensan.
Las causas de abandono son:
-Las reacciones adversas. Cuando el medicamento genera sensaciones inesperadas (cansancio, mareos, nerviosismo, etc.), el paciente deja el tratamiento porque “así se siente mejor”.
-Desconfianza. Muchos no creen lo que el médico dice y consideran que lo que les receta “no sirve para nada”. Es un error gigantesco porque es el profesional que mejor sabe lo que te conviene y, si no funciona, te lo cambia.
-Automedicación. Creer que lo que han tomado en otras ocasiones es lo que mejor les funciona hace que caigan en este error.
-Pautas complicadas. Hay tratamientos en los que las dosis varían a lo largo del día, hay descansos en la semana, etc. y se lleva mal. Otro problema es el uso de aparatos especiales como las jeringas de insulina o los inhaladores del asma. Poco a poco aprenderás.
-Polimedicación. Quienes tienen que tomar varios fármacos, suelen olvidarse de alguno o pensar que son excesivos y reducir su consumo.
-Desconocer la eficacia del tratamiento. Piensan que no sirve para nada y que no saben lo que están tomando.
-Problemas mentales. Son pacientes que no comprenden que es imprescindible seguir el tratamiento para recuperar la salud. Mezclan pastillas, olvidan las tomas, reducen la dosis…y así resulta imposible controlarles.
-Desconocer la enfermedad que padece. Les provoca mucha inseguridad y renuncian al tratamiento porque consideran que no lo necesitan.
Para mejorar la adherencia al tratamiento sería importante explicar a los enfermos lo que tienen y para qué sirve lo que les recetan. Médicos y farmacéuticos lo hacen, pero los pacientes suelen escudarse en que no es tan grave y que no les hace falta lo que les han recomendado.
Cuando se les olvida la toma, se equivocan alternando mal los fármacos, repiten la dosis porque han olvidado la anterior o la confunden con otra, etc. sería recomendable:
-Programar alarmas que avisen del momento en que deben tomarlo.
-Ayudar a los dependientes. Los familiares o cuidadores deberían acudir al médico con el enfermo para conocer el tratamiento.
-Resolver todas las dudas que se le planteen preguntando al médico o al farmacéutico.
-Usar pastilleros para llevar los fármacos a todas partes.
-Establecer un calendario con el horario y la dosis.
-Ordenar los medicamentos en función de la hora del día que debe ser consumido.

Acude a tu farmacéutico. Está perfectamente capacitado para responder a tus dudas y resulta muy asequible porque lo encuentras en la farmacia. No temas y consúltale todo lo que no comprendas. Seguro que te dará una respuesta acertada.

 

CONDUCE CON VISTA

Al planear un viaje en coche no deberíamos olvidar que el conductor es la parte fundamental y que, si quien pilota tiene algún problema de visión, puede sufrir un accidente, incluso en bicicleta. Esta actividad requiere una visión perfecta para evitar percances, pues la mayor parte de la información que precisamos para conducir proviene de nuestra capacidad visual y los expertos calculan que más de un 35% de los accidentes de tráfico se deben a “distracciones visuales” sufridas por el conductor.
No todas las situaciones son iguales. Podríamos destacar:
-Cuando conducimos de día y bajo los rayos del sol es necesario evitar los deslumbramientos, utilizando gafas con un filtro solar adecuado, preferentemente de color gris y con cristal polarizado por su eficacia antirreflejante.
-Los pacientes sometidos a cirugía ocular (como trasplante de córnea, cataratas, corrección quirúrgica de la miopía, etc.) deberían esperar de 1 a 3 meses para volver a conducir, siempre a criterio de su cirujano, que puede reducir o ampliar dicho tramo en función de la evolución visual del operado.
-Los mayores de 55 años con inicio de cataratas o con una miopía muy acusada deben ser cuidadosas, pues no presentan un 100% de agudeza visual. Ésta disminuye hasta en un 70% durante la noche, razón por la cual el número de accidentes aumenta. A ello hay que añadir a quienes padecen la denominada “miopía nocturna” (no se adaptan bien a la oscuridad) o de los daltónicos, en los que se reduce la agudeza y capacidad visual en ausencia de la luz natural.
Para mejorar la conducción y reducir riesgos sería recomendable seguir unos sencillos consejos previos:
-Comprobar que el vehículo se encuentra en óptimas condiciones de visibilidad: parabrisas limpios, faros alineados y con suficiente intensidad luminosa, etc.
-Utilizar gafas de sol adecuadas para protegerse de los deslumbramientos provocados por los rayos solares
-Llevar gafas de recambio correctamente graduadas en función del problema refractivo de la persona
-Evitar situaciones que produzcan descompensación visual, como la fatiga, el estrés, el consumo de fármacos, etc.
-Eludir la conducción nocturna las personas mayores de 65 años, con glaucoma, miopía o cataratas que reducen la capacidad visual y la posibilidad de reacción ante los imprevistos
-Los operados de cirugía refractiva no deben conducir de noche, al menos durante un tiempo, ya que pueden tener problemas de visión nocturna
-Los que padecen problemas de visión de color (daltonismo) deben aumentar las precauciones en caso de lluvia o niebla e incrementar la distancia de seguridad para favorecer su tiempo de respuesta
-Realizar adecuadamente las pruebas psicotécnicas, pues permiten detectar problemas de visión que al propio paciente le pasan desapercibidos.
-Acudir a centros especializados donde los profesionales gestionarán su situación personal y le recomendarán las mejores pautas.
Los ópticos-optometristas serían los profesionales más indicados para ayudarnos, por su cercanía, accesibilidad y conocimientos. Se recomienda una revisión visual al menos una vez al año y siempre antes de iniciar un viaje largo. Pueden detectar algún problema incipiente en nuestra capacidad visual y ayudarnos a resolverlo o dirigirnos al profesional adecuado para ello.

 

MÚSICA Y NEUROCIENCIA


MUSICA Y NEUROCIENCIA: un paso más en el conocimiento del ser humano
 
Cada día se publican nuevos estudios acerca de cómo nos afecta e influye la música. Lo que hace tan sólo unos pocos años era considerado pseudocientífico, a pesar de que sus orígenes se citan  en las antiguas culturas y civilizaciones milenarias, hoy día está avalado por los resultados de numerosas investigaciones lideradas por equipos profesionales multidisciplinares de universidades y centros públicos y privados de todo el mundo.
 
Puede sorprender la necesidad de que existan estudios que   corroboren aquello que la mayoría de nosotros, por no decir todos, hemos experimentado alguna vez. ¿Quién no se ha emocionado o ha modificado su estado de ánimo escuchando su canción favorita? ¿Quién no ha seguido un entrenamiento físico escuchando música a todo ritmo mejorando su rendimiento? ¿Quién no ha experimentado una mejora de su bienestar después de cantar en grupo? Hoy día, gracias a las técnicas de neuroimagen, es posible "ver" que ocurre en el interior de nuestro cerebro cuando estamos sometidos a diversos estímulos, entre ellos los musicales. Así, pueden detectarse las zonas o áreas cerebrales más activas, midiendo la variación de flujo sanguíneo o de consumo de ogeno, e identificar las redes celulares conectadas, formadas por millones de neuronas, mostrándose los procesos neurales que subyacen mientras se desarrolla dicha actividad. Si utilizamos marcadores radioactivos, a través de las técnicas denominadas Tomografía por Emisión de Positrones (PET), podremos ver qué ocurre con el metabolismo cerebral, por ejemplo si aumenta o disminuye la segregación o recaptación de determinados neurotransmisores facilitando, así, una explicación neuroquímica adicional a las respuestas observadas.
 
Es evidente que la música cambia nuestra bioquímica cerebral: se activan conexiones neuronales, se modifican los niveles  de los  neurotransmisores, hormonas y  endorfinas, nuestro  ritmo cardíaco y respiratorio, se estimulan determinados centros de control como el hipotálamo, que se encarga de regular aspectos cruciales e importantes de nuestro organismo como la temperatura corporal y,... todo ello por el simple hecho de "escuchar" música. En principio puede parecer algo asombroso. Y, efectivamente, lo es aunque poco a poco vamos conociendo lo que ocurre en ese pequeño y complejo órgano denominado el órgano rey (cerebro). Sabemos que la música es el resultado de una percepción y su origen un movimiento vibratorio. Cuando un objeto o cuerpo se mueve, origina una variación de la presión atmosférica que se propaga por el aire en forma de energía acústica y es captada por el sistema auditivo. Si   el ritmo de variación (frecuencia) y potencia mínima esn por encima de los umbrales necesarios, el sistema auditivo transforma dicha energía acústica en energía eléctrica (potenciales de acción) que el nervio auditivo finalmente conducirá hasta el área auditiva primaria de ambos hemisferios cerebrales. A partir de aquí el mecanismo biológico es muy complejo y n no totalmente conocido. La neurociencia desconoce n cómo se produce el paso de lo tangible (procesos bioquímicos) a lo intangible (percepción) aunque sí puede explicar o teorizar acerca de cles son los distintos mecanismos neurales que intervienen en la "decodificación" de los parámetros musicales (melodía, ritmo, timbre,...)
 
La música nos entretiene pero es capaz de aportarnos mucho más, especialmente, en el ámbito de la salud. En un estudio llevado a cabo por la investigadora Nina Kraus, de la universidad de Northwestern (EE.UU) se puso de manifiesto el impacto biológico de la música en el envejecimiento cerebral.  Las conclusiones constataron que un entrenamiento musical de larga duración durante la infancia y/o adolescencia podría preservar la degeneración neuronal que, inevitablemente, se produce con la edad. De nuevo, se sugiere la gran capacidad de la música para potenciar la plasticidad cerebral. Como suelo decir, insistiendo en que uno de los mejores patrimonios que podemos dejar a nuestros hijos es la educación, la práctica musical se uno de los mejores regalos con que les podemos obsequiar a la vez que les aporta inestimables beneficios a largo plazo.

La neurología musical o neuromúsica, como denominan algunos autores, es un estimulante campo para los científicos, especialmente para los amantes de la música y para todos aquellos que les apasione profundizar en el conocimiento del cerebro que, en definitiva, no deja de ser el camino de la eterna squeda para conocernos mejor como seres humanos.

Jordi A. Jauset Berrocal

Dr. en Comunicación, ingeniero y músico

Autor de "Cerebro y música, una pareja saludable" (www.jordijauset.es)